miércoles, 24 de septiembre de 2008

Nunca he creído en el pecado

Por Marcela Robles
Debido a su calidad sobresaliente, el Centro Cultural de España y Lustra Editores le acaban de otorgar a Melissa Ghezzi, por decisión del jurado, la única mención honrosa del Premio Poeta Joven del Perú 2008 por su libro "Bendita tú eres entre todas". El poemario ganador fue "Una morada tras los reinos", de la trujillana Roxana Vega Farfán. Conocí a Melissa a través de su poemario "Les motiv, bitácora de una boda", embarcada en las palabras provenientes de la otra Melissa. Porque suelo pensar que cuando uno escribe se desdobla. Entonces surge una voz que nos dicta signos que debemos descifrar cuidadosamente en el proceso de corrección, donde interviene el trabajo, la concentración, el conocimiento y la intuición, ¿a qué parte hacerle caso y qué parte desechar? Ahí es donde hay que ser extremadamente cauteloso, ya que la emoción con la que uno escribe es, en la mayoría de los casos, desbocada y temeraria, pero tiene su valor; mientras que la razón es tramposa como ella misma, pero también tiene el suyo. Esos códigos convertidos en palabras me interpelan con versos como estos: "mujeres como poemas, habitándome" / "y mi boca un entero mar de palabras incesantes, imágenes vagas de una mujer imperfecta, pero intensa. Confieso que he pecado tanto. Nunca he creído en el pecado". Lo de la otra Melissa nos estalla en la cara en el epílogo, que les recomiendo dejen, como su nombre lo indica, para el final de la lectura (porque muchos leemos de atrás para adelante). Aparte de otras sorpresas, la autora le da permiso al lector para cuestionar el poder de seducción o embrujo de la palabra, como canto de sirena, para que esa persona soñada finalmente aparezca en la estación adecuada; excepto en el otoño, que ha sido borrado en el calendario de este poemario en el que solo existen el verano, la primavera y el invierno; las tres partes en las que se divide este libro lleno de colores y de frutas (Editora Mesa Redonda y Centro Cultural de España, 2008), ganador del Premio Dorian. Estamos frente a un entramado de sogas, tejidos y telarañas: "Sugiero más sencillo hilar la vida de atrás para adelante, enlazando cada punto de apariencia inservible". Esto me remite al Mito de Ariadna, llamada también la Señora del Laberinto, y muy a propósito, en la mitología grecorromana también hubo dos Ariadnas. Pero la mitología ha alcanzado a la cibernética en una comparación que me parece inquietante, y es el llamado Hilo de Ariadna, una técnica de navegación usada para desarrollar la interfaz gráfica del usuario de una computadora. En esa interacción de persona-ordenador, esta interfaz --conexión física y espiritual entre dos aparatos o sistemas independientes-- posibilita a través del uso y la representación del lenguaje visual una relación amigable. Porque si hay algo que este libro posee, es su característica audiovisual. Uno no solamente lee, la grafía habla, y hay que saber escucharla e identificar las imágenes que proyecta en nuestro ordenador emocional. Si trasladamos el Hilo de Ariadna cibernético a la literatura, el término en inglés es 'breadcrumb', rastro de migas de pan; semejantes a las que dejaban Hansel y Gretel, o al hilo que Ariadna dejó a Teseo para que encontrara el camino de salida en el laberinto del Minotauro. Así, la autora devela en cada poema contraseñas secretas a sus lectores para que las descifren y la acompañen en su búsqueda de motivos para escribir y para amar.
(El Comercio, LUCES - C5, miércoles 24 de septiembre)

2 comentarios:

Dylan Forrester dijo...

Felicitaciones por la mención honrosa en el concurso.
Espero degustar algo más de tu blog y te tus versos.

Saludos...

lulu dijo...

Felicidades por el premio, a ver si puedo leerte.

saludos!!!